Dentro de las leyendas que se entretejen alrededor de la figura del
caudillo revolucionario existe una que es muy común en los lugares que
visitó el general, me refiero a la del tesoro escondido de Francisco
Villa.
Afortunadamente esta leyenda no esta del todo infundada, es sabido que Pancho Villa ocultaba armas y dinero en los lugares más recónditos de los estados de Chihuahua, Coahuila y Durango.
El propósito era muy simple, ante cualquier contratiempo, siempre podía recurrir a alguno de sus “guardaditos”
para reabastecerse y continuar con la batalla. Decían que por su
profundo conocimiento del territorio era de los pocos que podía dar
nuevamente en el lugar donde se escondían el dinero, las armas y el
parque.
Pero curiosamente el grueso de los tesoros que se dan durante esta
época no provienen directamente de Villa, en un fenómeno simultaneo es
la Revolución la que los provoca.
Las familias adineradas huyendo de los saqueos realizados por los
revolucionarios escondían sus pertenencias de mayor valor en los sitios
más insospechados, enterrados, en el fondo de pozos de agua, letrinas,
en los muros las haciendas, sótanos, pasadizos subterráneos, barrancas,
cuevas, etc.
Todo dependía de la imaginación del hacendado y de que tanto podía
cargar, porque generalmente estos ocultamientos los realizaban en
persona o acompañado solamente por los familiares más cercanos o de
mayor confianza, por el miedo a que si alguien los acompañara la codicia
les ganara y terminarán más pobres que sus peones.
Por lo tanto lo más fácil de transportar eran monedas, plata, por
supuesto oro y joyería, viajar con cantidades importantes era
prácticamente una sentencia de muerte por la inseguridad que prevalecía
en los caminos.
Algunos dueños de estos tesoros murieron, otros no regresaron y los
tesoros quedaron a la deriva. Se dice que las personas que de repente
mostraban una inesperada prosperidad económica era porque habían
encontrado un “entierro”. Aunque si alguien encontró algún tesoro lo más prudente sería no divulgarlo.
En muchas de las historias que se cuentan el tesoro es protegido por
un ser sobrenatural, puede ser por un jinete fantasma, el espíritu de
algún soldado revolucionario o el alma en pena de una persona que movido
por la avaricia cometió actos atroces antes de poder disfrutar del
dinero encontrado. Estos entes se encargan de asustar a aquellos que se
atreven a buscar el cofrecito lleno de monedas de oro.
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